El Tarot es un camino en sí mismo; pero se trata de un camino muy particular, porque cada quien lo transita de forma muy personal.
Yo he consultado el Tarot de una forma diferente a la predictiva y he entablado un diálogo con los arcanos mayores.
Empecé con el arcano sin nombre el nº XIII y continúo con el Mago. Me doy cuenta de que el tiempo necesario para mantener este diálogo puede variar, dependiendo del momento y resulta muy enriquecedor descubrir lo que el mismo arcano nos puede decir, diferentes días y en circunstancias distintas.
Tan pronto apareció, el arcano dejó una estela de asombro a su paso; el mismo asombro que sienten los niños frente a las artes de magia que practican los grandes tahúres. En seguida, comenzó a mostrar en un generoso despliegue, todos sus atributos ante mis ojos. Al mago que tiene el conocimiento profundo sobre el arte de lo desconocido no le cuesta ningún trabajo abrir su capa y mostrar lo que trae para nosotros.
Mis ojos se fueron instintivamente hacia su mano derecha, alzada por encima de su cabeza. Empuñaba su vara; la vara mágica con la que muy posiblemente, tiene muchos hechizos que enseñarme, pero por lo pronto, pude ver que ese gesto era un empuje directo hacia arriba, un instinto de elevación.
Ese movimiento partía en línea recta e ininterrumpida, de un lugar más allá de aquél al que señala su dedo índice, en la mano izquierda, que mira hacia abajo, hacia la tierra. Un trabajo que tiene antecedentes más allá de la conciencia, en la pre-conciencia o el inconsciente, y que está vinculado con la tierra, a partir del chackra en la planta del pie, nuestro contacto con la realidad.
La determinación, el empuje, la vitalidad y la fuerza inmediatamente desplegadas por el Mago no me dejaron lugar a dudas; se trata de un movimiento enérgico, dirigido, firme e inequívoco. El arcano entero transpira una gran carga de vitalidad; las vibrantes flores rojas, amarillas y blancas que lo rodean transmiten esa energía de creatividad y productividad a todo su entorno. El fondo que le sirve de soporte vibra también en una luz amarilla y solar; es el anuncio de una vitalidad desbordante. Por eso esta carta tiene una conexión innegable con el arcano XIX, el Sol.
El Mago esgrime un control pleno sobre los elementos representados por los símbolos expuestos en lo alto de su mesa de trabajo; nos indican claramente que él trabaja su poder sobre los cuatro elementos: el aire, la espada; el fuego, el pentáculo; la tierra, la vara y el agua, la copa. Con una base sólida (la mesa representa la solidez orgánica de su trabajo personal).
El cinturón que rodea su vestimenta, se encuentra a una altura inferior a la cintura, entre el pubis y el ombligo, está justamente al nivel del segundo chackra, el chackra, Svadisthana. Encuentro que este chackra está relacionado con el elemento agua. El cinturón es en realidad, una serpiente que representa ella misma, la energía de la serpiente Kundalini, la energía que los grandes yoguis pretenden despertar. El Mago tiene el control sobre el poder de la serpiente Kundalini; controla los instintos y las emociones primarias (el elemento agua).
Su vestimenta también ostenta el colorido de la vitalidad, el rojo, representando a Marte, el movimiento, la acción y la voluntad determinada. Rápidamente vi sus atributos y sonreí. En realidad el Mago tiene mucho más que decir, de manera que me atreví a preguntarle ¿hacia qué parte de mi cuerpo se dirige su movimiento ascendente? Y el Mago se dirigió sin detenerse hacia el costado izquierdo, ahí donde mora mi corazón.
Yo he consultado el Tarot de una forma diferente a la predictiva y he entablado un diálogo con los arcanos mayores.
Empecé con el arcano sin nombre el nº XIII y continúo con el Mago. Me doy cuenta de que el tiempo necesario para mantener este diálogo puede variar, dependiendo del momento y resulta muy enriquecedor descubrir lo que el mismo arcano nos puede decir, diferentes días y en circunstancias distintas.
Tan pronto apareció, el arcano dejó una estela de asombro a su paso; el mismo asombro que sienten los niños frente a las artes de magia que practican los grandes tahúres. En seguida, comenzó a mostrar en un generoso despliegue, todos sus atributos ante mis ojos. Al mago que tiene el conocimiento profundo sobre el arte de lo desconocido no le cuesta ningún trabajo abrir su capa y mostrar lo que trae para nosotros.
Mis ojos se fueron instintivamente hacia su mano derecha, alzada por encima de su cabeza. Empuñaba su vara; la vara mágica con la que muy posiblemente, tiene muchos hechizos que enseñarme, pero por lo pronto, pude ver que ese gesto era un empuje directo hacia arriba, un instinto de elevación.
Ese movimiento partía en línea recta e ininterrumpida, de un lugar más allá de aquél al que señala su dedo índice, en la mano izquierda, que mira hacia abajo, hacia la tierra. Un trabajo que tiene antecedentes más allá de la conciencia, en la pre-conciencia o el inconsciente, y que está vinculado con la tierra, a partir del chackra en la planta del pie, nuestro contacto con la realidad.
La determinación, el empuje, la vitalidad y la fuerza inmediatamente desplegadas por el Mago no me dejaron lugar a dudas; se trata de un movimiento enérgico, dirigido, firme e inequívoco. El arcano entero transpira una gran carga de vitalidad; las vibrantes flores rojas, amarillas y blancas que lo rodean transmiten esa energía de creatividad y productividad a todo su entorno. El fondo que le sirve de soporte vibra también en una luz amarilla y solar; es el anuncio de una vitalidad desbordante. Por eso esta carta tiene una conexión innegable con el arcano XIX, el Sol.
El Mago esgrime un control pleno sobre los elementos representados por los símbolos expuestos en lo alto de su mesa de trabajo; nos indican claramente que él trabaja su poder sobre los cuatro elementos: el aire, la espada; el fuego, el pentáculo; la tierra, la vara y el agua, la copa. Con una base sólida (la mesa representa la solidez orgánica de su trabajo personal).
El cinturón que rodea su vestimenta, se encuentra a una altura inferior a la cintura, entre el pubis y el ombligo, está justamente al nivel del segundo chackra, el chackra, Svadisthana. Encuentro que este chackra está relacionado con el elemento agua. El cinturón es en realidad, una serpiente que representa ella misma, la energía de la serpiente Kundalini, la energía que los grandes yoguis pretenden despertar. El Mago tiene el control sobre el poder de la serpiente Kundalini; controla los instintos y las emociones primarias (el elemento agua).
Su vestimenta también ostenta el colorido de la vitalidad, el rojo, representando a Marte, el movimiento, la acción y la voluntad determinada. Rápidamente vi sus atributos y sonreí. En realidad el Mago tiene mucho más que decir, de manera que me atreví a preguntarle ¿hacia qué parte de mi cuerpo se dirige su movimiento ascendente? Y el Mago se dirigió sin detenerse hacia el costado izquierdo, ahí donde mora mi corazón.
El rojo de la sangre, la vitalidad que el órgano cardíaco aporta al cuerpo. Pero todavia mucho más que eso. El Mago señala el camino del corazón. En el corazón mora el maestro, mora la diosa y mora la verdad.
Aunque había comenzado mi diálogo con el Tarot pretendiendo sacar una carta diaria, con la salida del Mago he comprendido que su energía no se constriñe a la del sol de un solo día. El Mago dormitó a mi lado para abrirme paso al día siguiente y permitirme vislumbrar la realidad a través de sus ojos, al menos durante un día más. Y es probable que su influjo permanezca por más tiempo, en tanto el diálogo continúe abierto.
Es cierto que la vida da muchas vueltas. Yo inicié mi camino en el Tarot a los 21 años y poco a poco, fui alejándome por otras veredas igualmente profundas y excitantes, que me han traído, veinte años después, de vuelta a la casa del Mago, la morada de los Arcanos Mayores. El camino de la verdad es personal, sólo nosotros mismos podemos transitarlo. Encontrar la senda del Tarot en el propio camino espiritual, es una oportunidad auspiciosa de apertura hacia los grandes dones de la vida.
Abrirnos a esos dones significa permitir la posibilidad al diálogo abierto con la vida, con nuestra propia vida, cuyo ciclo está inevitablemente unido al ciclo del Todo, del grandioso multiverso que nos rodea y nos contiene. Estamos emparentados con cada átomo de materia, con cada célula, cada gota de rocío, cada partícula microscópica de polvo estelar que puebla este vasto universo. Formamos parte de un inmenso cuerpo, una vida indeterminada e infinita y disponemos de incontables herramientas para establecer nuestra conexión con esa unidad en la que existimos, somos y tenemos nuestro ser.
El Tarot es nada más y nada menos, que una más de esas vías para penetrar en el misterio de lo absoluto, el mismo misterio de la vida. Os invito a transitar este camino, sin aprehensión, sin temores, con la única intención plena y franca de iniciar una conversación, igual que si habláramos con un viejo amigo. El Tarot es en fin, una vía para el autoconocimiento.
Vuelvo el rostro un momento hacia Delfos, y puedo leer en lo alto del frontispicio del templo:
Conócete a tí mismo y conocerás al universo y a los dioses.
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