lunes, 27 de julio de 2009

Dialogando con los Arcanos Mayores. La Fuerza I Parte. Armonía de los opuestos






El sabio filósofo efesio Heráclito dijo que se había estudiado a sí mismo, siguiendo el consejo de la antigua inscripción en el templo de Apolo en Delfos. Los estudiosos de la obra de Heráclito creen que este estudio de sí mismo es, en realidad, el método de investigación del filósofo, y encuentran en su obra un curioso parecido con el estilo oracular de Delfos. De hecho, a Heráclito le llamaban el oscuro por el estilo hermético e incomprensible de sus aforismos, semejantes a las palabras de la Pitia del templo de Apolo.



Siguiendo a Heráclito he comenzado el estudio de mí misma. Desde hace mucho tiempo me estoy investigando a mí misma, sólo que en estos momentos mi indagación es más directa y ex profeso de lo que ha sido anteriormente.



El estudio y la meditación del arcano de la Fuerza solicita el estudio de sí mismo en la armonización de los contrarios. Hay que indagar, como se pretende, por ejemplo, con el budismo, pero esta vez nos toca ser consecuentes con las investigaciones sobre uno mismo. No hay absolutamente nada que pueda excluirse de la esfera de esta investigación.



Todo aquello con lo que me relaciono interna o externamente forma parte de mi vida, de mí misma y por lo tanto, de esta investigación. El arcano de la Fuerza me solicita sobre todo, observar cómo actúan los opuestos dentro de mí misma, las manifestaciones de la Sombra. Pero para poder observar a la Sombra necesitamos un espejo, y nuestro mejor espejo son las personas y las cosas con las que nos relacionamos.



Particularmente, mi intuición me ha llevado a examinar con atención dos aspectos que la Fuerza me señala a lo largo de esta investigación: el apego y el autoengaño. El primero deriva de una serie de circunstancias relacionadas y de personas del entorno emocional, y el segundo, deriva de la observación del primero.



Surge la pregunta en la relación con estas personas, (sería útil observar si en su mayoría estas personas pertenecen al signo de Leo, o están de alguna manera bajo su influencia en su carta astral), se trata de personas cariñosas, afectuosas hasta el extremo del apego. Si podemos ver la manifestación del apego en ellos, es porque el apego está también dentro de nosotros, oculto en la psique, como parte de la Sombra.



Podemos observar si este apego se manifiesta también con el aspecto del dinero en nuestra vida, nuestra relación con el dinero. Entonces se trata de dependencia-carencia. Si en esta investigación sobre sí-mismo hemos encontrado, a partir de nuestra relación con estas personas, que existe el apego, es porque el apego está también dentro de nosotros. Si a través de ellos observamos nuestra relación con el dinero y encontramos dependicia y/o carencia, la Fuerza nos está mostrando claramente, que tenemos que estar dispuestos a aceptar la dependencia y la carencia, es decir, el apego, como aspectos que integran nuestra Sombra.




Apego, dependencia y carencia



Estos aspectos encuentran siempre en la psique (de acuerdo al Principio de armonía de los opuestos, de Heráclito), su contrario. Es decir:

  • Para el Apego, el Rechazo
  • Para la Dependencia, la Independencia
  • Para la Carencia, la Abundancia

La Fuerza nos enseña a encontrar el equilibrio de los opuestos. De acuerdo con Heráclito, el equilibrio entre los opuestos está regido por el Logos, "según medida". Si continúo la investigación sobre mí misma, siguiendo el Camino del Corazón que me señala el arcano de la Fuerza; y , de acuerdo con la Ley hermética de Polaridad, si hay un exceso de un aspecto de nuestra psique (en este caso, el apego), la tendencia a buscar el equilibrio entre éste y su contrario (el rechazo), es que la fuerza del apego sea igual, ni menor ni superior, que la fuerza del rechazo. Del mismo modo se aplica para la dependencia y la carencia.


De manera tal, que la tensión entre los contrarios no desaparece, como nos decía Heráclito, se mantiene un equilibrio entre dos fuerzas opuestas.


Este trabajo de investigación sobre sí mismo tiene un despliegue similar en sus principios, a la transformación de las emociones perturbadoras en sabiduría, mediante las recomendaciones del Buda.


El Logos o Principio que rige en la investigación sobre uno mismo es el corazón, la Vía del Corazón; esto equivale a la confianza en sí misma, que muestra como principal atributo, la mujer del arcano de la Fuerza.


El arcano de la Fuerza puede revelarnos también que en el interior de nuestra psique, en la Morada de la Sombra, habitan también otros inquilinos, no menos desalentadores o inquietantes. El arcano busca no solamente la armonía de los contrarios; en la aplicación de la investigación sobre sí mismo el arcano de la Fuerza revela la transformación de la energía instintiva, salvaje y primaria en energía espiritual; "lo pasional será dominado por la inteligencia creativa", como dice Ahimsa Lara Rivera en su libro La Sanación con el Tarot. Pero ¿cómo?

La Fuerza nos muestra esos otros aspectos de la naturaleza primaria e inferior, casi sin esfuerzo, así como Ella lo hace todo. Se nos revelan casi subrepticiamente, en esos pensamientos inconfesables que cruzan nuestra mente, como impresiones fugaces y temerarias a las que podríamos seguir de un impulso si no tuviéramos el valor de escuchar nuestra conciencia. Están allí siguiendo la energía instintiva en lugar de la voluntad racional, en actos fallidos y lapsus del habla u olvidos de los que no dudamos en desentendernos, por el simple hecho de no querer ahondar en el asunto. De no querer perseguir el impulso, como la haría cualquier animal.

Un mono, por ejemplo, habría visto una cesta llena de frutas sobre le alféizar de una ventana y llevado por su instinto animal, habría saltado y en un instante habría cogido la cesta con las frutas y desaparecido con ella entre los árboles. Sólo habría manifestado el comportamiento que rige su instinto de superivencia, pues está sometido a su condición animal. Pero nosotros no. Los seres humanos tenemos un instinto animal, por supuesto, un rastro que pervive a lo largo de nuestra evolución como especie, y lo vemos surgir en momentos como ese, en que el mono respondió a la tentación de robar la cesta de frutas.

Esos instintos se levantan como una ventolera en el espacio de la mente y si podemos observarlos, del mismo modo en que surgen, vuelven a desaparecer sin que sea necesario que vayamos tras él, como un mono alocado. Si prestamos atención, una atención muy aguda al momento en que esos instintos fugaces surgen en nuestra mente, podemos encontrar que algo de lo que está sucediendo en el exterior tiene una relación directa con ese movimiento en nuestro interior, se revela una sincronía.

La Fuerza se sobrepone a su naturaleza inferior y nunca hará nada en contra de sí misma; siempre actuará respetándose a sí misma.

De todo esto podríamos desprender una enseñanza muy profunda. Aunque nos neguemos a reconocer ese instinto natural, aunque no nos agrade admitirlo, es un instinto que forma parte natural del sujeto en estado de supervivencia. En un solo instante podemos ver al mono y al ser humano dentro de nosotros mismos, y sin necesidad de remitir o aferrarnos a ninguno de los dos, podemos permitir que transcurra todo el evento sin dejar de observarnos a nosotros mismos, viendo como desaparece la huella de ese instinto primitivo de manera natural.

Cuando Ahimsa Rivera Lara dice que la energía espiritual terminará por transformar y transmutar la energía libidinal, mediante esa fuerza sin tensión, podemos tender a creer que allí la fuerza instintiva desaparece, pero esto es equívoco. La coexistencia natural y pacífica de estas dos fuerzas opuestas es precísamente, lo que nos hace ser humanos.

Sin embargo, hay una suerte de instinto de elevación que también está presente en el interior del ser humano, pero éste no es el que se presenta en la Fuerza. Lo presentimos desde hace tiempo, encontramos su rastro en nuestros sueños, pero todavía es muy pronto para verlo manifestarse.

Antes de que el ser humano pueda manifestar su naturaleza divina tiene que ser capaz de reconciliar los contrarios que habitan en su ser, y esta es la esencia de la Fuerza.

Ahora puedo comprender por qué constantemente, Anastrela me pide que suspenda todo juicio, que salga a la calle y no juzgue lo que vea, que cuando realice mi trabajo creativo no lo mire como algo que está bien o está mal; sólo dejarlo ser, tal como es.

La Fuerza no se presenta solamente como un trabajo de integración de la Sombra en la investigación de sí mismo; tiene que ver muy particularmente con el equilibrio y la integración de los opuestos. El trabajo de integrar el anima y el animus, era para Jung, sin duda, más complejo y completo que la integración de la Sombra. "Por esta razón llamaba a una obra maestra y a la otra obra de principiante"(1).

Nota:

(1) John A. Sandford. Encuentro con la Sombra. Edición Connie Zweig.

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